jueves, 7 de noviembre de 2019

¿POR QUÉ ES TAN DIFÍCIL SER ARTESAN@ EN CHILE?


¡Feliz día nacional del Artesano, colegas! Y aunque todavía nos siga yendo muuuucho pero mucho mejor para navidad, el día de la madre, el día del níspero o para cualquier otro día del año -mientras que no llueva o nos pasen un parte por trabajar- no deja de ser significativo el hecho de que, en este país de comerciantes, las autoridades se acuerden de nosotros una vez al año por 24 horas completitas. ¡Chúpense esa, mal hablados! Al rededor del mundo los Artesanos de otras naciones menos afortunadas deben envidiarnos.  

En fin. Dejando de lado las ironías, lo cierto es que en Chile, un país donde el trabajo productivo de las personas vale prácticamente nada y apenas da para la supervivencia del grueso de la población, vivir de la artesanía es realmente complicado. Sin decir con esto que no pueda hacerse, aunque estamos seguros que el esfuerzo de aquellos y aquellas que lo logran -que deben ser muy pocos- casi nunca es proporcional con la plata que se gana, lo que es realmente preocupante si hay cuentas que pagar y familias que mantener.

Esto sin mencionar las mil y un trabas que la burocracia gubernamental le pone a uno para producir, y más todavía para comercializar libremente su trabajo a lo largo del país, además del asco que algunos círculos de Artesanos y Artesanas le tienen a cualquier cosa que huela a innovación. Todo lo cual nos tiene trabajando, a muchos de nosotros, prácticamente de manera "clandestina", haciéndole el quite, lo más que se pueda, a patentes municipales, impuestos internos y carabineros, para ver si podemos, a fin de cuentas, quedarnos con algo de las "ganancias" para nosotros y poder continuar con el ejercicio de nuestra profesión ojalá un día más.

Sin embargo, las trabas burocráticas son más o menos llevaderas cuando uno realmente quiere salir adelante con su proyecto, no tanto así las ideológicas, que en nombre de "la tradición", nos tienen produciendo como cavernícolas y compitiendo entre nosotros a ver quién hace las cosas más a mano.

De este modo no es de extrañar que la "Ley Cholito" -por citar un caso- sea tramitada en menos tiempo que una ley de fomento y protección para "nuestro sector" pues, siendo el Artesano un héroe solitario encerrado en su taller, ¿a quién le va a importar un rábano lo que pase o no le pase siendo que sólo se "beneficia" a sí mismo con el fruto de su trabajo, como hiciere cualquier otro "emprendedor"?

¿Cuál es el tan nombrado aporte a la cultura, si casi nadie está dispuesto a pagar por su trabajo, por muy hecho a mano y tradicional que sea? ¿Y si nadie lo quiere, o lo que es peor, si nadie lo necesita, qué puede esperarse que sea de nosotros? ¡Aaahhh! Pero pongámonos a vender Iphones... Ahí sí que nadie se cuestiona el precio, ¿no?

Es lo que ha pasado históricamente con las Artesanas y Artesanos a lo largo y angosto de nuestro raquítico país, que produciendo como cavernícolas y compitiendo entre nosotros para ver quién se lleva el premio o se gana la pensión, no podemos enfocarnos en darles batalla a nuestros verdaderos competidores -que hoy llegan en buques enormes directamente del continente asiático- lo cual sería posible (o por lo menos más sencillo) si no estuviéramos encadenados de pies y manos con tanta tontera. 

No quiero que se piense que estamos en contra de conservar y procurar "la tradición" en nuestros oficios ni mucho menos, por supuesto que no. Sin embargo, si dichos cultores, creadores o productores no logran obtener los medios de subsistencia con eso, si no logran interesar al público con su trabajo para que éste se lo compre, el Artesano o Artesana podrá ganarse innumerables premios a lo largo de todo Chile en días como hoy, pero su obra estará, tristemente, condenada al museo o a la exposición desinteresada en galerías y salones patrimoniales. Y él o ella, a trabajar toda la vida en lo que salga para cubrir los gastos de su amarga y oscura doble vida.

No ha habido, a lo largo de la historia -nosotros debemos ser los únicos- ningún pueblo que se quede estancado en el desarrollo de su cultura. Ni el más primitivo de los hombres y mujeres de las cavernas pudo resistirse nunca a adquirir los haceres y saberes de otras personas, con los cuales se hicieron a sí mismos la vida más llevadera.

Y si en estos tiempos de locos, las Artesanas y Artesanos chilenos vamos a mantener viva alguna tradición, ésta tiene que ser la de conservar y preservar nuestra identidad y la soberanía de nuestro pueblo sobre el territorio. Y esto nada tiene que ver con seguir haciendo nuestro trabajo tal y cómo lo hicieron nuestros antepasados, sino en aprender de sus aciertos y errores, para aumentar los primeros y evitar los segundos, llevando así nuestra cultura siempre un paso más allá, siempre hacia adelante, innovando, sin temor, en el uso de nuestros medios técnicos, para producir más y mejor, desarrollando constantemente el arte y utilidad de nuestras obras, para que el público las prefiera al producto importado de las máquinas, que no les dan trabajo a nadie.

Las Artesanas y Artesanos chilenos debemos dejar, entre otras muchas cosas, de comernos el cuento de que en esto se trabaja en solitario, como si fuésemos grandes y famosos artistas, que ya veremos que a la hora de vender lo que hacemos, las chauchas no son tan fáciles de hacer llegar sólo por el hecho de poner nuestra firma. El trabajo que hoy hacemos en solitario debe dar paso, ojalá más temprano que tarde, a una labor en conjunto que abra oportunidades laborales a más personas, las que unidas podrán enfrentarse y ganar todas las batallas que hasta ahora hemos perdido por querer quedarnos con todo para nosotros -y con lo que hemos acabado obteniendo muy poco.

Sólo piensen en nuestros actuales competidores del gigante asiático. Ellos no tienen ninguna traba burocrática que les dificulte la producción y venta de sus baratijas, siempre se las ingenian para cobrarnos más y darnos menos, para ellos no hay tradición técnica que valga ni código ético que respeten y tampoco se hacen problema alguno para coludirse entre ellos con el objetivo de expoliar cada país que invaden.

Yo me pregunto: teniendo en cuenta lo dicho hasta aquí, si esta gente inmoral ha conquistado el mundo con la venta de sus chucherías al por mayor, ¿cuánto más podríamos hacer nosotros sin tanta burocracia, prejuicios ridículos y siendo más generosos con aquello que sabemos y somos capaces de hacer? Sumado a eso, ¿cuánto más fácil se nos harían las cosas sí el Estado Chileno reconociera las características particulares de nuestra actividad a través de una Ley de Artesanía, que nos integre a tod@s, y fuésemos, por fin, considerados sujetos de derecho?

No sólo vivir, les aseguramos. 
Sino que vivir bien y con dignidad.
¿Qué opinan ustedes?

¡Que tengan un hermoso 
Día Nacional del Artesano!

¡Abrazos!
Made y Sergio,
¡Fuerza de Artesan@!


1 comentario:

Unknown dijo...

Bien así debe de ser cultura y tradiciones no ideología y tradicion ni burócratas menos policías asquerosas de hoy en día mi mayor respeto(artesano de Nicaragua) bendiciones y muchos saludes viva el arte en nuestras sangre.