Seamos claros. Si los Artesanos y Artesanas en Chile no somos capaces de vender lo que hacemos, no comemos. Entonces, si no hay espacios de comercialización que brinden un pilar económico sólido a las personas que están detrás de las obras, productos u objetos, ¿qué futuro va a tener la Artesanía? Ninguno.
El problema es que hay un desconocimiento genérico en nuestra sociedad sobre la cuestión fundamental de en qué consiste nuestro trabajo y cómo es que tiene que hacer un Artesano o Artesana para llevar el pan a su mesa.
La mayoría de los chilenos y chilenas que trabajan por un salario, a pesar de que se parten el lomo día a día para mantener a sus familias, lo hace dentro de un sistema en el cual su labor, propiamente tal, se reduce a una pequeña parte de una gran maquinaria, que puede ser, en un porcentaje importante, o una empresa privada o alguna institución pública, y donde su responsabilidad suele ser, esencialmente, una, pero repetida hasta el infinito.
Seguramente este es un tema que ni siquiera debe meditarlo nadie, tal vez ni los propios Artesanos y Artesanas, pero esa es justamente la gran diferencia entre la persona que tiene un trabajo de estas características y los que nos dedicamos a la artesanía. Que mientras ellos realizan una labor repetida hasta el infinito, nosotros tenemos que asegurarnos de tener éxito periódicamente con dos: la producción y la comercialización de nuestras obras. Cada una comprende, por sí misma, un universo de diversas actividades, tareas y responsabilidades que, si las desglosáramos aquí punto por punto, terminaríamos escribiendo una verdadera enciclopedia con varios tomos, pero en fin.
Tener éxito con la primera de ellas es algo que depende absolutamente de cada uno y de cada una de los que nos dedicamos a esto. No es para nada una cosa sencilla, pero no conozco a ningún Artesano o Artesana que no haya podido llevar a cabo la producción de sus trabajos. Sin embargo, tener éxito con la segunda etapa ya es, no un poco, sino que infinitamente más complicado y menos llevadero. Por no decirlo de otra forma, la comercialización de nuestras obras representa para muchos un verdadero dolor de estómago al que hay que enfrentarse día a día.
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El Artesano Carlos Gajardo en su Taller de La Florida en Santiago de Chile. Marzo de 2019. |
Y no es que la artesanía no se venda en Chile o que la gente no la pesque o no le importe. Nuestra experiencia nos ha enseñado que en nuestro país hay mucho público para nuestras creaciones, mucha gente que sí tiene necesidades culturales, donde el trabajo de Artesanas y Artesanos podría venderse sin mayores complicaciones. El problema es que, así como nosotros no tenemos un acceso más abierto a los espacios, ya sea por falta de dinero o por exceso de burocracia, ellos no tienen un acceso más abierto a nuestro trabajo, porque sencillamente, esa parte de nuestra labor no siempre está en nuestras manos.
Entonces no existe un punto de encuentro constante y seguro entre el público y nosotros. Por eso es que ellos nos ven un día y al otro no, lo mismo que nosotros, que tenemos feria algunos días al mes y al siguiente quién sabe. Esta es la causa de que entre Artesanos y Artesanas se comente que siempre hay pega, aunque no siempre hay plata. Que es todo lo contrario a otras actividades económicas más bendecidas y lucrativas, donde siempre hay plata aunque no haya pega. ¡Ya nos quisiéramos todos un trabajo así!
¿Se entiende mejor ahora el drama de los Artesanos y Artesanas de nuestro país? Es lo mismo que le ocurriría a cualquier persona normal, que teniendo las condiciones y la motivación de ganarse el sustento con sus propias manos, trabajando honradamente por un salario, se le prohibiera salir libremente a buscar pega, a ofrecerle a otros su fuerza laboral.
Sin embargo, eso es lo que se hace con nosotros. Se nos prohíbe o se nos ponen cientos, ¡si es que no son miles! de trabas para llegar al público con nuestro trabajo. Y si no es porque nos falta dinero para acceder a los espacios privados, es porque nos faltan certificados para acceder al espacio público.
Y cuando nos dirigimos a las municipalidades a solicitar alguna asistencia, nos ofrecen cursos de perfeccionamiento y emprendimiento al por mayor, ¡como si uno viviera de tomar cursos! Por ellos que uno estuviera en cursos de Sercotec, el Fosis o el Sense todos los días, toda la vida. Y que si no son los cursos, quieren que postulemos a fondos y créditos de financiamiento, ¡para los que también hay que meterse a otros cursos! No, ¡si esta cuestión parece chiste! Pero así es la cosa. Para cursos y "fondos" todo. Para solicitar un espacio de comercialización donde vender tu trabajo nada. Al final no se tiene claridad de cómo lo hacen las señoras que toman esos cursos (que siempre son las mismas, ah) y se ganan los financiamientos (o los préstamos, para qué andamos con cuentos) si al final, a nadie le facilitan el acceso al público. Es una verdadera locura.
¿Qué hacer entonces para tener acceso al público? Ya sabemos que las municipalidades no nos van a echar mucho la mano si no somos vecinos. ¡Imagínense que a un trabajador cualquiera se le prohibiera trabajar fuera de su comuna! ¡O que a un político se le prohibiera ser candidato de una comuna donde nunca ha estado! ¡Ah!, pero si se trata de un artesano, ¿la cosa es distinta, cierto?
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Trabajos de la Artesana Marta Ávila en una Expo del Museo Precolombino, Santiago de Chile 2018. |
¿Y qué hay de la gestión privada? Pero si no se tiene acceso a los espacios para comercializar, ¡de dónde vamos a sacar la plata para pagarles lo que cobran! Porque si dinero fuera lo que nos sobrara ya muchos nos hubiéramos puesto con una tienda en el mall, ¿o no?
¿La alternativa? Insistir en lo mismo o cambiarse de trabajo. Es lo que siempre se dice. ¿Y los resultados? Ya se imaginarán ustedes. Cada uno y cada una sigue dando la pelea por separado, haciéndole el quite a Impuestos Internos cuando es posible, pidiéndoles a todos los amigos y amigas la dirección prestada cuando no se vive en la comuna, intentando abaratar los altos costos de los puestos en las ferias para emprendedores, dejando incluso de comer para ver si se gana algo, o a veces subiéndose al transantiago sin pagar para ahorrarse un pasaje y otras cosas que es mejor no nombrar en este lugar.
¿Y todo para qué? ¡Para trabajar! Para ganarte el sustento honradamente. Nada más y nada menos. Con dignidad, como cualquier otra persona.
Ahora bien, tampoco es que el panorama sea tan negativo. A lo mejor uno colorea un poquito la historia porque le sale del corazón. Sin embargo, a veces las instituciones de gobierno tienen iniciativas de investigación que nos serían muy útiles si nos las tomáramos más en serio. Como las que hizo en su momento la gente del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes, donde se gastaron un dineral viajado por todo Chile, al más puro estilo de Pancho Saavedra, para describir el panorama de nuestra Artesanía, tomando como referencia los testimonios de los mismos Artesanos y Artesanas. Un esfuerzo no menor que se ha materializado en la publicación de diversos documentos y "políticas nacionales" donde aparecen estadísticas y todo.
De muestra un botón. Esto es de la Política Nacional de Artesanía 2017 - 2022.
¿Saben ustedes cuál es el espacio por excelencia en que el público general se encuentra con la obra de los Artesanos y Artesanas? ¿En las tiendas de Artesanía, tal vez? Frío. En los talleres de los mismos Artesanos y Artesanas? Frío, frío. ¿En Internet?... ¡Me congelo!
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Feria de Artesanía realizada en el Museo Precolombino, Santiago 2018. |
El espacio por excelencia en que el público chileno se encuentra con nuestro trabajo son las ferias. Así de simple. El 77,3 % de los mayores de 15 años afirmó esto en la Encuesta Nacional de Participación y Consumo Cultural del año 2012 realizada por el mismo CNCA. Mientras que el 65,7 % de las obras, productos u objetos de los Artesanos y Artesanas se comercializan en el mismo espacio, según otro estudio llamado Caracterización de los canales comerciales de la artesanía (CNCA, 2013a, pp.58-96) Y eso no es todo. En la misma Política Nacional de Artesanía 2017 - 2022 dice lo siguiente:
"Uno de los principales problemas del gran protagonismo de las ferias es que 'en términos generales, no son suficientes para entregar ingresos tales que permitan la subsistencia económica permanente de los artesanos(as) que participan de ellas' (CNCA, 2013b, p.29). La programación de ferias se concentra en los primeros meses del año (entre diciembre y abril) y en muchas de ellas los artesanos y artesanas han perdido espacios utilizados por comerciantes con poder adquisitivo para el pago de arriendos y patentes que presentan una oferta no necesariamente de artesanía."
¿Qué se deduce de esto? ¿Que nos faltan cursos, acaso? Uno que otro, puede ser. Pero no. ¿Que lo que nos hace falta es acceso al financiamiento? Un dinero extra en nuestros talleres siempre será bienvenido. Pero tampoco. ¿Qué es lo que nos falta? ¡FERIAS! Porque si el 65,7% de los Artesanos y Artesanas vendemos nuestros trabajos en una feria y el 77,3% de la población compra Artesanía en una feria, ¿qué nos dice eso? ¡Que lo que necesitamos son ferias! Así de sencillo.
¡Ah! Pero una feria no es cualquier espacio con Artesanos y Artesanas, eh. Esto es importante mencionarlo ya que muchas administraciones municipales, a lo largo y ancho del país, han intentado echarnos una mano, generosamente, en infinidad de ocasiones, permitiéndonos montar una "feria" por donde, primero: no pasa nadie; segundo: sin apenas infraestructura, y tercero: apenas un par de días al año si tienen un corazón grande. Señoras y Señores Ilustrísimos, ¡no necesitamos tanta ayuda!
Lo que necesitamos los Artesanos y Artesanas en Chile son cosas sencillas. En primerísimo primer lugar: Acceso a los espacios por donde circula nuestro público. Segundo: Acceso a una infraestructura decente, que nos dignifique como profesionales y que motive a la gente a acercarse y compartir, enriqueciendo con nuestro trabajo los espacios que ocupemos. Tercero: tener acceso a estos espacios lo más seguido posible (por lo menos una vez al mes) y por varios días consecutivos (a lo menos 5). Y finalmente, tener acceso a todo eso, a un costo los más económico que se pueda para mejorar nuestros ingresos.
Con espacios de comercialización seguros, constantes, de calidad y económicos, como los que acabamos de describir, los Artesanos y Artesanas de nuestro país tenderíamos a profesionalizar nuestro trabajo, las nuevas generaciones podrían tomar la Artesanía como una actividad seria y con proyecciones concretas. Nuestra Artesanía nacional podría alcanzar niveles superiores de perfeccionamiento, desarrollo e innovación, lo que la haría no sólo atractiva para el público local sino que para el turismo internacional, el que podría llevar, más allá de nuestras fronteras, como imagen de país, ya no sólo al "indio pícaro", sino que además el precioso y acabado trabajo de todas y todos nuestros profesionales de la Artesanía.
Cuando los talleres de Artesanía crezcan, por efecto de la apertura de los espacios de comercialización, los Artesanos y Artesanas van a tener que contratar a ayudantes que les den una mano con su producción, los cuales podrían convertirse, eventualmente en Aprendices que terminen convirtiéndose en Maestros y Maestras. Así se creará trabajo digno para muchos, y los que antes no podían, ahora tendrían acceso a una profesión: la de ser Artesanos y Artesanas.
Ya no tendríamos que ver caer, uno tras otro, a los Artesanos y Artesanas por enfermedades que no se pueden tratar por la falta de recursos. O trabajando de lo que sea por su subsistencia. O limosneando en la vejez una mísera pensión solidaría que no alcanza para nada. O escapándole a Impuestos Internos y a Inspectores municipales y carabineros para ver si ganamos unos pesos más o ahorramos en multas.
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Doña Clara Sepúlveda, Gran Maestra del Crin en su "puesto" en las calles de Santiago Centro. |
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Carlos Gómez Farías, Ceramista y Orfebre. (Recientemente fallecido a raíz de una grave enfermedad) |
Con ferias periódicas, como las hemos descrito, podríamos costearnos, nosotros solitos y solitas, con nuestro propio trabajo, nuestras previsiones de salud y vejez, pagar los impuestos que el Estado quiera -mientras sean razonables, claro está-, comprarnos una vivienda y montar un taller decente que nos permita crecer como profesionales de la artesanía, mantener a nuestras familias y acceder, finalmente, a la dignidad y calidad de vida que el trabajo ofrece en la actualidad a cualquier persona (¡menos a nosotros!).
Por supuesto que esto por el momento es sólo un sueño. Para cumplirlo primero tenemos que creer en nuestro trabajo y organizarnos entre nosotros para realizarlo. Pues ya sabemos que estas cosas no caen del cielo así no más, regaladas. Ni las instituciones públicas ni los privados nos han ayudado mucho con esto hasta hoy. ¿Por qué tendrían que hacerlo ahora?
Y si los Artesanos y Artesanas tienen algún futuro en este país, éste ha de ser fruto de su propia organización y compromiso con la causa. Dejando los individualismos a un lado para colaborar en el beneficio de todos y todas para organizarnos en instituciones que satisfagan nuestras necesidades: que son más espacios de comercialización a través de las ferias. Las instituciones de este tipo, organizaciones de Artesanos y Artesanas, pueden ser nuestra salvación si pensamos en el futuro de la Artesanía y de nuestro trabajo.
Esto, siempre y cuando nuestro objetivo sea ganarnos la vida honradamente con nuestra labor, compartiendo lo que hacemos directamente con el público y no esperando a que el Estado nos contrate para montar una especie de "Museo Viviente de la Artesanía Chilena", donde un salario fiscal volvería irrelevante el hecho de tener éxito o fracasar con nuestras ventas. O dicho en otras palabras, "salvaguarden" la Artesanía (y a algunos artesanos y artesanas) por decreto. Una idea descabellada, por cierto. Pero no menos interesante para algunos, que más que profesionales, se sentirían más a gusto como "funcionarios".
Pero, ¿cómo logramos organizarnos de este modo para alcanzar el tan ansiado bienestar y la dignidad profesional que necesitamos para proyectarnos a futuro?
Eso lo hablaremos en nuestro siguiente episodio.
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Imagen del Ceramista Rubén Fernández en una expo realizada en el Museo Precolombino el año 2018 en Santiago de Chile. |
¡Les deseamos a tod@s unos hermosos días!
Made y Sergio,
¡Fuerza de Artesan@!
4 comentarios:
Muy interesante y muy buenos fundamentos.
Muy interesante y muy buenos fundamentos.
Formo parte de la agrupacion de ARTESANOS INTERDEPENDIENTES de QUILICURA.Creo que estamos trabajando en esta direccion que memciona en el interesante texto.seria muy imteresante poder unir fuerzas y trabajar juntos.
Muy buen reportaje es una realidad que vivimos los artesanos soy de Rancagua y acá no existe un espacio físico permanente e peleado toda mi vida como artesana que depende de tener ferias para poder vender, espero alguna vez se tome en cuenta toda nuestra lucha
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