Como hemos ido diciendo a lo largo de estos ensayos [y con lo que vamos a insistir permanentemente] entre el Arte y la Artesanía no hay ninguna diferencia en lo concreto, por lo tanto el Artista es en esencia un Artesano así como el Artesano es en esencia un Artista. Eso hay que tenerlo claro y muy presente de entrada, ya que en este texto no vamos a hablar precisamente de las diferencias [inexistentes] entre estos dos términos -pues hacen alusión a una misma disciplina-, sino que vamos a tratar la cuestión de cómo fue que se generó en el inconsciente colectivo de nuestra "cultura" el desafortunado prejuicio que las dividió.
¿Usted se ha preguntado alguna vez por qué a este hemisferio en que vivimos le llaman Occidente mientras que hay otro al cual le llaman Oriente?
Para encontrar esta respuesta debemos remontarnos en el tiempo hasta más o menos por allá por el segundo siglo antes de cristo, en la península itálica, en una ciudad a la cual sus fundadores dieron el nombre de Roma, pues fue allí donde los hombres de letras de aquel tiempo, teniendo la necesidad de ubicar a los otros pueblos en el mapa -necesidad justificada sólo por la obtención del poder- se inventaron estas palabras para identificar la dirección que había que tomar para llegar a ciertos lugares sin perderse en el camino.
Por supuesto que para no perderse es que hubo que tomar un punto de referencia que les quedara cerca, y qué mejor y más cómodo que tomarse como este punto la misma ciudad donde ellos vivían, la que además consideraban como si fuera el centro de todo el mundo y albergue de una cultura que para ellos era la única y verdadera cultura, donde se hablaba una lengua que era la verdadera lengua y donde se vivía de una determinada forma que para ellos mismos era la más excelsa expresión de la vida.
Todo ello, claro está, basándose en mitos fundacionales y suposiciones varias que fueron cultivando con el tiempo en su imaginación, las cuales no tenían ninguna base científica ni estaban demostradas bajo ningún término [sin mencionar el tema de la humildad].
Fue así que surgieron, tomando como referencia la ciudad de Roma, el Oriente, que acabó relacionándose finalmente con la zona geográfica en la que habitaban los cientos de miles de pueblos y culturas ubicadas hacia donde los romanos veían salir o nacer el sol, y el Occidente, que terminó relacionándose con los pueblos y culturas que habitaban hacia donde ellos veían ponerse el sol.
Esta situación continuaría así con la caída del imperio, algunas centurias más tarde, durante más de mil años en que la Iglesia Católica, Apostólica y Romana, a punta de indulgencias, tomaría las riendas de lo que con el tiempo se convertiría en el continente Europeo.
Sin embargo, a pesar de estas distinciones entre los pueblos de Oriente y Occidente, que los romanos se habían sacado de debajo de la manga, éstas sólo les eran útiles para designar a esta gente de modo general, ya que para ellos todos los que no compartieran su propia cultura, vivieran hacia un lado o hacia el otro, tenían que ser, forzosamente, gente incivilizada o bárbaros, por llamarlos de un modo despectivo, es decir, aquellos que balbuceaban la lengua latina.
De este pueblo romano, que como hemos visto eran unas personas muy ingeniosas en el uso de las palabras, muchas cosas que pasaron a Europa y de Europa a América nos han quedado a nosotros, las personas de estos tiempos de confusión.
Y aunque está claro que en cuanto al poder la geografía del mundo ha cambiado un poco desde esos años hasta el día de hoy, todavía conservamos de los romanos la mala costumbre de simplificar las cosas para no complicarnos la vida, metiendo todo lo que quepa en el mismo saco, no importándonos en lo más mínimo si éste se rompe o si las cosas no corresponden.
Lo mismo ocurrió cuando los españoles vinieron por primera vez a estas tierras y se encontraron con los pueblos indígenas, pues como la comunicación y las diferencias culturales entre unos y otros era tan tremendamente enorme, los "conquistadores" no supieron hacer más que concluir que los indios eran unos bárbaros que no lograban comprender el valor del oro ni que Dios fuera un hombre al cual su misma creación torturó hasta la muerte.
Todas estas cosas siguen siendo así hasta el día de hoy, donde la pedantería de algunos divide a los pueblos entre superiores e inferiores nada más porque los "otros" tuvimos la mala fortuna de nacer en la periferia de su mundo y eso nada -ni la fe ni la razón- lo va a cambiar nunca, pues esta es una enfermedad que parece no tener remedio.
Esto es precisamente lo que ocurre cuando hablamos de Arte y Artesanía, ya que no depende de lo que hagas el cómo es que va a llamársele a tu obra, sino desde dónde lo hagas y de quién seas es que a tu obra se le va a llamar de determinada forma.
Así que si naciste en cualquier parte del mundo que no sea E.E.U.U o Europa, o en su defecto no tienes un apellido de por allá, además de ser paliducho de piel, te jodiste automáticamente, pues el Arte no es algo accesible a los periféricos como nosotros, que simplemente hacemos artesanía porque no nos da para más.
Tal y como ocurre en el cine, por ejemplo, a propósito de la entrega de los premios Óscar a fines de febrero, donde las películas y los artistas galardonados siempre son gringos, o por lo menos en un importante número de veces. ¿Y cómo no iba a ser así la cosa? Si de todos modos los "otros" tampoco hacemos cine sino videítos que no van a estar nunca a la altura de las producciones cinematográficas hollywoodenses, ya sea por falta de plata, intelecto, creatividad, estilo o cuanta cosa ridícula pueda inventarse para afirmar que unos son mejores que otros. Yo nomás me pregunto: ¿Por qué son tan importantes esos premios? ¿Cuál es el punto de referencia utilizado para entregarlos? ¿Acaso en ninguna parte del mundo la gente hace cine? ¿O es que las películas donde no hay drogas, explosiones, balas, sexo y muertos carecen de estilo y creatividad? ¿Es que los "otros" todavía no se dan cuenta de que este tipo de premios sólo son para promover cierta forma de hacer la cosas, la forma que ellos dictan que está bien?
Esto es justamente lo que me ha tocado ver aquí mismo en territorio nacional, donde mucho del trabajo artístico del más alto nivel ha sido catalogado por las instituciones especializadas como "Artesanía de Excelencia" simplemente porque los artistas que están detrás de aquellas obras son indígenas o tienen algo que ver con los indígenas. Todo lo contrario a lo que ocurre con otras obras de cuestionable nivel estético donde sus autores son alabados como grandes artistas, los que curiosamente todos son gente de piel clara y apellido impronunciable. Aunque claro, es posible que sólo esté exagerando un poco al decir esto.
![]() |
Máscara Indígena. Fuente: Artesanías de Colombia. |
Pero esta es la triste cruz con la que cargamos los artistas de la periferia, o los nadie, como nos dicen, los hijos de nadie y los dueños de nada, los que no hablamos idiomas como ellos sino "dialectos", los que no profesamos religiones sino "supersticiones", los que no hacemos cultura sino "folklore", los que no somos seres humanos sino "recursos humanos" que valen sólo por la fuerza de sus brazos, los que por nombre tenemos un número y a los que no nos alcanza para artistas sino para "artesanos".
En ello consiste la supuesta diferencia que hay entre las cosas, nada más ni nada menos que en la arbitrariedad y el prejuicio de que algunos manejan mejor ciertas técnicas y disciplinas que nosotros -los que aparentemente hacemos todo mal-, razón por la cual esta gente se pone así misma en una posición de privilegio, la que evidentemente es fruto de una enfermedad que por suerte sí tiene tratamiento: la ignorancia.
Para esto es que debemos ponernos a pensar en algunas cosas que nos son obligatorias si queremos salir de esta lamentable situación, lo que nosotros creemos que aún es posible, pues no todo está perdido, ya que todavía no es demasiado tarde.
Lo que en primer lugar debemos hacer para lograr esto es sacarnos de la mente el pensamiento de que sólo existe una forma correcta de hacer las cosas. Esto nunca ha sido así dado que siempre es posible llevar a cabo una obra de otra manera y la gente siempre se las ha arreglado haciendo las cosas lo mejor que les parece y del modo que se les antoja. Esto es válido para todos los ámbitos de la vida, desde los más simples hasta los más complejos, ya que tenemos la libertad de expresarnos como queramos y de ser lo que somos.
No vamos a ser menos porque no hablemos la lengua dominante o porque no hagamos las cosas como se nos dice que está bien hacerlas. Con que podamos comunicarnos y pasarlo bien haciendo las cosas con el corazón, como solemos hacerlas, es suficiente. Fue así que las grandes culturas pudieron desarrollarse cada una por las suyas y no de otro modo. Lo mismo nos toca hacer a nosotros.
Esto también es así con el uso de las técnicas, las que debemos recuperar y reinventar con máxima urgencia, pues si no aprendemos a hacer nosotros mismos las cosas estaremos a merced de cualquiera que vea en esto la menor oportunidad, ya que sin técnicas ni un arte propio no somos nada más que números, mano de obra barata y consumidores incapaces de alcanzar ningún objetivo sin comprar ni revender. Gente, en resumidas cuentas, que se contenta sólo con tener el buche lleno.
En este sentido, el tema de las palabras no es algo menor, pues ponerle nombre a algo de un gesto de apropiación, y quien pone los nombres pretende, no sólo darle sentido y significado a los símbolos, sino que también apropiarse de ellos y de lo que éstos nombran. Es algo con lo que hay que tener mucho cuidado, pues en el caso de la Artesanía, por ejemplo, ¿cuántos son los artesanos que efectivamente han hablado de su actividad y su obra? Muy pocos si no es que ninguno, puesto que la gente que trata estos temas, por lo general, no tiene nada que ver con las artes ni con la práctica de las técnicas [pues muchos de ell@s no son capaces ni de freírse un huevo], sino que es gente de universidad que anda en busca de prestigio académico y nada más, algo útil solamente para alimentarles el ego [y llenarles los bolsillos].
Por eso es que tenemos que ser nosotros, los Artesanos y Artesanas, quienes demos forma a las palabras para representar con ellas nuestra labor del mejor modo que nos parezca según nuestras necesidades.
Sólo así podremos apropiarnos de lo que hacemos y explicarles a las personas qué es efectivamente la Artesanía, en qué consiste nuestro trabajo y cuál es el valor que nuestras obras expresan, no con palabras, sino con ese modo especial con el que habla el corazón de nuestras creaciones.
Por eso es importante no sólo ponerse manos a la obra, sino que también comunicar todas estas cosas, conversar con la gente que se nos acerque y contarles en qué radica la importancia de saber que nosotros también podemos hacer las cosas a nuestra manera, que por eso no vamos a ser menos que otros, porque no existen tales distinciones en la realidad, pues la única distinción que hay entre el Arte y la Artesanía está en nuestra imaginación.
¿O no?
Marzo de 2016.
Muchas gracias por leer Arte y Artesanía, ¿cuál es la diferencia?, el cuarto capítulo de nuestro libro "¡Manos a la Obra!". Si te interesa saber mucho más de este arte que tanto amamos y de las terribles barbaridades que hemos tenido que soportar como artesan@s, todavía tenemos algunos ejemplares impresos y disponibles a sólo 4.000 pesos chilenos.
¡Les deseamos a tod@s unos hermosos días!
Made y Sergio,
¡Fuerza de Artesan@!
1 comentario:
Excelente me parece super como lo planteas
Hay q dar más valor a la creación y comenzar por uno mismo al momento de exponer y también de producir en lo personal me gusta compartir lo procesos de los trabajos también .
Un saludo desde Chile
Publicar un comentario