martes, 10 de abril de 2018

¿QUÉ QUEDA DEL PATRIMONIO ARTESANAL DE CHILE?


¿Por qué ha tenido tanto éxito el negocio de la educación, el de la salud y el de las jubilaciones en nuestro país? Y esto por nombrar sólo algunos.

Esta pregunta tan tremenda fue la que intentamos responder el pasado 28 de mayo en el día del patrimonio cultural de Chile, en una charla pública que dimos para hablar de algunas cuestiones que tienen que ver irremediablemente con nuestro trabajo como artesan@s y, obviamente, con nuestro contexto histórico. 

La idea era poder compartir con las personas un método con el que nosotros pensamos que es posible terminar con el miedo que produce el no tener trabajo, el enfermarse o simplemente el llegar a viejo. Pues, como todos saben, en nuestro país, si no tienes plata, ni morirse puede uno en paz. 

Para eso es necesario reflexionar en algunas cuestiones. Y preguntarse cuál es la causa que nos ha hecho llegar a comprar lo que en otras latitudes sería tan absurdo como comprar aire.

¿Cómo fue que caímos en esto y nos volvimos así? ¿Cómo es posible que el enfermarse o el llegar a viejo sea tan terrible? ¿Cómo es posible que la gente no encuentre trabajo sin que le pidan prácticamente que un tripe doctorado en Harvard y 20 años de experiencia? ¿Cuándo fue que los requisitos se hicieron tantos para ganarse la vida? (si es que a esto de vivir con miedo permanentemente puede llamársele así).

Plaza de la Libertad de Prensa

Pues la respuesta está en la cultura y en nuestro genérico desconocimiento de a qué nos referimos cuando hablamos del tema, pues much@s reducen la aplicación de este concepto o palabrita mágica a las cuestiones que son más bien utilizadas como gancho de la industria turística que como un modo concreto en que las personas obtienen, de los frutos de la tierra y del trabajo de sus manos, lo necesario para vivir bien, sin depender de comprarle nada a aquellos que se llenan los bolsillos a causa de la desgracia ajena.

Es justamente en este punto donde la artesanía se convierte en algo de vital importancia para el desarrollo de la cultura de un pueblo o grupo de personas, pues la artesanía es la forma en que los hombres y mujeres de todas las épocas han dado solución a sus necesidades, valiéndose de lo que pueden hacer con sus propias capacidades físicas y espirituales, y es precisamente aquello lo que hace que el saber hacer se convierta en algo tan valioso para los pueblos, pues un pueblo que sabe hacer sus propias cosas y saciar sus propias necesidades es un pueblo que puede decirse a sí mismo que es soberano de su propio porvenir. De otro modo, ¿de qué soberanía estamos hablando?

Esto es muy difícil de hacérselo entender a un político en nuestros días, o a los grandes comerciantes que nos alimentan y nos visten con sus baratijas compradas al por mayor en países donde a los trabajadores les pagan (si es que les pagan) con un plato de comida si tienen suerte, y donde las máquinas han despojado a las personas de toda posibilidad de ganarse el pan con su propio esfuerzo.

De aquí que el saber hacer esté incluso en la etimología de la palabra Artesanía, donde el arte y la técnica van de la mano de las personas para que éstas puedan obtener los recursos necesarios para vivir lo mejor posible, siendo esta posibilidad una cuestión que dependa netamente del trabajo de la gente y no de los vaivenes del mercado internacional, donde si no obtenemos dólares estamos fritos.

Es por eso que cultura es mucho más que los bailes típicos de determinada región del mundo, o la música o los mitos de los pueblos originarios, pues cultura es todo lo que hacemos para vivir mejor. Y entiéndase este hacer como un hacer en todo el extenso y amplio significado de la palabra, como un verbo, como una acción, pues vivir mejor no es hacer menos o dejar de hacer, sino que meterse de manos a la realidad, es decir a la experiencia cotidiana de la vida, palpando de ella milímetro a milímetro y segundo a segundo, desde lo más profundo hasta lo más elevado.

Feria de Artes y Oficios del Barrio Concha y Toro

Por ello es que un pueblo con su propia cultura, es decir, con su propia forma de vérselas con la realidad y de enfrentarse a las adversidades de la vida, no va a necesitar intercambiar sus sueños e ilusiones, como hacemos nosotros, por papel moneda, el que un día vale algo y al siguiente no vale nada.

Y esto es lo que nos están quitando, desde hace mucho tiempo, las prácticas económicas que, como gente pobre, despojados de su propia cultura, estamos obligados a perpetrar. Porque ya no hace falta saber cocinar para comer, o tejer para vestirse, o tener relación con los demás para aprender un oficio o un arte, o ayudarse los unos con los otros en los momentos de dificultad, ya que por la despreciable suma de un pedacito de tu vida, pagable en módicas cuotas diarias de 8 a 17 hrs., puedes obtener algo de dinero, con lo que en un futuro no muy lejano podrás comprarte una casa, un auto, amigos, una hamburguesa e incluso, ¡quién sabe!, conseguirte una esposa o un marido que cada dos por tres te recuerde todo aquello que quiere hacer contigo cuando los niños estén grandes.

Valiéndose de estos temores que tenemos todos, de que pensamos que estamos solos y que cada uno tiene que vérselas con sus propias garras, es que estos negocios multimillonarios se han consolidado en nuestra sociedad y han hecho de lo absurdo una trágica realidad en la que tenemos que comprarlo todo porque ni de educar a nuestros propios hijos somos capaces. Porque incluso los mismos artesanos aspiran a que sus hijos sean médicos, abogados y arquitectos, o cualquier otra cosa más "prestigiosa" en la que se haga menos y se gane más. ¿O es muy tonto lo que estoy diciendo? Tal vez esté hablando mucho desde el corazón.

Sin embargo, ¿es posible hacerle el quite a toda esta locura? Pues claro que sí. Y la solución está en nuestras manos. Hay que acercarse nuevamente a la Artesanía, al saber hacer las cosas por nosotros mismos. Recuperando las técnicas que nos hacen la vida más llevadera, y en el caso de que ya no las tengamos, ¡pues hay que reinventarlas! Hay que volver a confiar en lo que podemos hacer y, por sobre todas las cosas, volver a ser pueblos con una cultura propia, fruto de nuestras propias capacidades.

De otro modo, vamos a estar a merced de cualquiera que vea un negocio en nuestra ignorancia, tal y como estamos hoy, dependiendo de comprar todo aquello que no somos capaces de darnos a nosotros mismos. ¿Y todo esto a cambio de qué? Pues nada más que por las dos únicas cuestiones que son las que realmente valen: tu vida y la tierra, que originalmente nos abastecía de todo lo necesario. Es una lástima que hoy, tanto lo uno como lo otro, nos importe un rábano. 

Así las cosas, da igual que las grandes masas de gente no comprendan todo esto en los días que vivimos, pues más temprano que tarde, así como va la economía, todos vamos a ser artesanos. A lo mejor no muy de buenas al principio, pero sí por la fuerza de las circunstancias. ¡Ya los quiero ver cuando todos estem@s en lo mismo!

Eso con el tiempo nos va a enseñar a amar lo que hacemos, a no sentir temor de perder el trabajo, de enfermarnos o de llegar a viejos. Y, claro está, a sentir orgullo de nuestras capacidades. Tal y como hoy muchos nos sentimos orgullosos de ser Artesan@s. 

¿Qué opinan ustedes?

Julio de 2017.

Muchas gracias por leer esta breve nota. Ojalá que el contenido les sea de utilidad. Aprovechamos de dejarles una cordial invitación a escuchar nuestro programa de radio online ¡Fuerza de Artesan@! Donde reflexionamos más sobre éste y otros temas relacionados con la Artesanía. Si se animan a hacerlo es cosa de pinchar AQUÍ. 

¡Nos vemos pronto!

Un fuerte abrazo,
Made y Sergio,
¡Fuerza de Artesan@!



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