sábado, 19 de mayo de 2018

CUANDO LOS "ARTESANOS" SE VUELVEN COMERCIANTES.


Como dijimos en el texto anterior,* existe una gran confusión con respecto a lo que hoy en nuestro país se entiende por artesanía, además de que el artesano, aparentemente, sería la persona que vende artesanía y no quien la produce.

* ¿Qué es la Artesanía?

También dijimos, en este mismo contexto, que los fines de estos "artesanos" muchas veces no tenían nada que ver con el arte y la cultura, sino más bien con el negocio y la ganancia, lo cual ha ido convirtiéndose en estas tierras en el común denominador de todos los ámbitos de nuestra vida.

Por ende el artesano aquí sería visto, más que como un artista, como un "emprendedor", como un comerciante mayorista independiente en conclusión, cuyo objetivo último no tiene nada que ver con el cultivo de las artes y el espíritu, sino con ganar dinero de la forma más rápida posible.

Les voy a contar una anécdota al respecto.

Como en todas partes se cuecen habas, de esto nos enteramos cuando pasamos una vez por Colombia, en una pequeña ciudad ubicada al sur de este país. En ese lugar nos invitaron unos amigos para que fuéramos a ver su exposición de artesanía, a una de estas ferias que se hacen allá en los centros comerciales.

Esto último me llamó mucho la atención de entrada. Yo dije, ¡pero esto es una locura! ¿Artesanía en un Mall? Qué raro... Eso nunca lo había visto. En México, por ejemplo, la artesanía que nosotros habíamos visto, uno la podía encontrar en lugares especializados, donde verdaderamente había un contacto con el artesano o la artesana, y éstos a su vez, estaban agrupados en organizaciones donde buscaban soluciones a las dificultades en conjunto; mientras que en Chile... bueno, uno va a la calle a ver lo que encuentra, ¿me explico?

En fin. Volviendo a lo nuestro. Estábamos en Colombia. A mí me habían hablado mucho de estos amigos artesanos que llevaban años en el asunto y que eran muy chéveres y que su trabajo era tan maravilloso y tan elaborado, con una técnica muy acabada, etc., etc., por lo cual me había hecho altas expectativas.

Debo agregar que quien nos había hablado de estas personas no se veía con ellos hace muchos años y que esta visita significaba para ella un reencuentro.

Cuando llegamos al lugar, efectivamente estaba allí la dicha feria artesanal y claro está, los artesanos. A simple vista todos vendían artesanía y todos la producían, pues los nombres de los locales eran "Taller de Artesanía en Esto""Taller de Artesanía en lo Otro""Taller de Artesanía de Aquí""Taller de Artesanía de Allá".

Sin embargo, cuando uno se acercaba a mirar, no había mucho de artesanía que digamos. Y si bien muchos de los locatarios habían sido artesanos en su momento, hace años, ahora resulta que preferían comprar y vender importaciones, pues eso les rentaba más y vendían mejor.

De todo uno podía encontrar en esa feria. Aritos, anillos, collares, orfebrería, textiles, juguetes, lámparas, y cuanta cosa uno pudiese imaginar, todo #100%HANDMADE, según los mismos expositores, o sea, hecho a mano por gente de países tan exóticos y súper poblados como China, India, Pakistán e Indonesia, donde, supuse yo, la mano de obra barata de hombres, mujeres y niños nunca debía de faltar.


Aunque, claro, es posible que le estemos poniendo un poco de colorido a la historia nada más. Pero esa era la sensación que quedaba luego de conversar un rato con ellos, que la cosa estaba muy mala en el país y que por eso ya nadie pagaba por el trabajo artesanal, que a fuerzas había que vender importaciones porque no se podía de otro modo.

Recuerdo que un sudor frío recorrió mi espalda en ese momento y me pregunté a mí mismo: ¿pero qué es lo que está pasando aquí? Por supuesto que la otra persona, que nos había hablado tanto y tan fantásticamente de sus amigos artesanos, también quedó con la boca abierta, defraudada, y no era capaz de comprender qué era lo que había sucedido con sus camaradas, sobre todo por el hecho de que los locales proclamaban a los cuatro vientos ser talleres de artesanía, los que evidentemente se habían convertido sólo en almacenes, donde lo único importante era saber matemática elemental -es decir, tener una calculadora, básicamente-. Los artesanos se habían vuelto comerciantes.

Y la historia no termina allí, ya que no todos los artesanos tienen dinero suficiente para volverse comerciantes mayoristas de un día para otro.

Ya de vuelta en Santiago fui al Consejo Nacional de la Cultura y las Artes a ver si es que había algún programa para la difusión del trabajo artesanal donde nuestra obra tuviera cabida.

Cuando llegué a las oficinas del CNCA dije claramente que era artesano y que andaba buscando información al respecto. Allí me derivaron con un hombre alto que me hizo llenar una ficha con mis datos para que ellos me dieran un "documento" donde el CNCA me reconocía como "Artista Popular Urbano". Yo no entendí mucho. Entonces pregunté:

-Oiga, ¿y que mis datos estén registrados aquí me ofrece algún beneficio?

-La verdad -me contestó este hombre alto- no. Pero puede ayudarte a que carabineros no te quite las cosas cuando estés vendiendo en la calle. Muchos "artesanos" -continuó- usan este documento como un permiso, pero no lo es. Puede ayudarte más que nada por si vas a algún lugar a pedir un permiso para vender, pero para nada más.

Al oír esto, yo lo quedé mirando así como diciendo: pero qué desperdicio de papel, ¿no le parece?

Ya estando fuera del recinto, le di muchas vueltas a lo que habíamos conversado con la gente del CNCA. Y me llamó mucho la atención la forma tan elemental en que ellos utilizaban el lenguaje cuando se referían a la "artesanía" y los "artesanos".

Y es que aparentemente en nuestro país sólo hay dos formas de entender la obra de los artesanos. Una es donde, si eres artesano, vendes en la calle a la fuerza y entonces eres un "Artista Popular Urbano". Y la otra es donde eres artesano, pero "Tradicional", entonces eres ya un hombre o mujer mayor que ha heredado sus conocimientos por línea familiar porque tu tátara tátara tátara abuelo comenzó haciendo artesanía en los tiempos de Adán y Eva [o antes], además de vivir en cualquier lugar remoto, lo más alejado posible de la ciudad, donde seguramente no podrás exhibirle a nadie tu talento. Lo que hace que en realidad muy pocos sean reconocidos como verdaderos artesanos. Y como a mí me vieron con menos de 30 años, hombre joven, fuerte, saludable [y muy buen mozo], pues sólo podía ser un "Artista Popular Urbano" y mi escenario de exhibición: la calle.

  
Comprenderá el lector que es muy difícil ser reconocido como artesano en este país, y que los que efectivamente lo son tienen que enfrentar esas dificultades absolutamente solos. 

Ahora bien, ¿qué pretendemos nosotros en el taller con nuestra labor? ¿Por qué nos hicimos artesanos? Esencialmente porque somos artistas. Es por ello que el principal objetivo al realizar nuestra obra es la satisfacción personal y el gozo espiritual que el arte puede ofrecer tanto a nosotros los creadores como a la gente con la cual pretendemos compartir nuestras piezas.

Es cierto que muchos de los "artesanos" que uno ve en la calle no tienen el mismo objetivo que nosotros, pues puede ser que muchos de ellos sólo estén en busca del sustento, y no queremos decir con eso que nosotros, a diferencia de ellos, tengamos esa parte ya resuelta. No es tan así. Pero una cosa sí hemos ido comprobando al compartir nuestra obra con la gente. Y es el hecho de que una obra hermosa, hecha a mano con rigurosidad por uno mismo, no tiene por qué no venderse. Y esto es precisamente lo que no acabamos de entender como país. Que el arte no tiene nada que ver con la industria. Y que la obra del artesano no es competencia para los objetos de importación, todos ellos fabricados en serie.

Muchos artesanos hoy se han puesto a jugar ese juego absurdo en el que tienes que producir mucho y vender barato para ser competitivo en el mercado, como si el precio fuera lo más importante. Por ende, han dejado de hacer ellos mismos las cosas para sólo ir a comprar las piezas y luego armarlas, con la excusa de que eso es lo más rápido que se puede producir para vender a un precio "competitivo". Esto ha hecho que en realidad dejen de ser verdaderos artistas, olvidando de paso las técnicas y dejando de lado el rigor que el ejercicio artístico necesita.

Esto último ha ocurrido a tal extremo que hoy la gente piensa que eso es la artesanía, una simple forma de producción a mano de objetos para la venta, y que el artesano es un "emprendedor", un empresario que ve en su actividad su negocio. De hecho, el mismo CNCA define en su página de internet a la artesanía como "industria emergente". Lo que es verdaderamente alarmante. Pero como hemos ido diciendo, en este país hay mucho desconocimiento acerca del tema, y no es de extrañar que esto se vea también reflejado en las instituciones gubernamentales que pretenden resguardar nuestro patrimonio cultural, si es que efectivamente es así.

Es por eso que en estos escritos nos hemos visto forzados a utilizar comillas sobre las palabras "artesano" y "artesanía", porque, siendo honestos, muy poco de lo que se ve en la calle es realmente artesanía, y si eso es así, ¿qué queda del artesano? Yo digo que prácticamente nada. Sin negar con esto que exista todavía un trabajo artesanal muy elaborado y creativo, en el cual se están aplicando realmente diversas técnicas que estas personas han ido aprendiendo con el correr de los años, acumulando experiencias y saberes. Gente muy comprometida y estudiosa en conclusión, que hacen que no todo esté totalmente perdido. Pero como digo, son bastante escasos. Y de seguir así, lamentablemente, hay muchas cosas más que, de aquí a poco tiempo, van a tener que escribirse entre comillas.

En definitiva, no hay que olvidar que el artesano es un artista, ni más ni menos. Y que por tal motivo su trabajo es su obra. No se hace uno artesano en los ratos libres, ni de la noche a la mañana, pues el arte necesita práctica, compromiso y mucha dedicación. Y por supuesto no todo lo que se vende como artesanía es tal.

El artesano no compite, sino que comparte, intercambia experiencias y saberes, los cuales están proyectados en su obra. Por eso al artesano, como el artista que es, nunca debe preocuparle el tema de la competencia, sino el de la convivencia. Sólo así podremos comenzar a valorar como país el arte y la cultura, y más todavía, a nuestros artistas.

¿No le parece?

Marzo de 2016.



Muchas gracias por leer ¿Quién es y qué hace el Artesano?, el segundo capítulo de nuestro libro "¡Manos a la Obra!". Si te interesa saber mucho más de este arte que tanto amamos y de las terribles barbaridades que hemos tenido que soportar como artesan@s, todavía tenemos algunos ejemplares impresos y disponibles a sólo 4.000 pesos chilenos.


¡Les deseamos a tod@s unos hermosos días!

¡Fuerza de Artesan@!




No hay comentarios: